domingo, 27 de febrero de 2011

A propósito de

Sin saber que tú también lo hacías, yo te buscaba. Buscaba tus ojos y tu sonrisa, porque la mía se estaba terminando. Como si fuera dejando de existir, mis manos empezaron a desaparecer y no podía tocar tu imagen.
Cuando me encontraste, no te diste cuenta de que la sonrisa que viste en mí era nueva. No había sonreído en tanto tiempo, que hacerlo casi me dolía. Pero el dolor fue bueno y lo disfruté porque te tenía al frente. Mis manos aparecieron y no toqué tu recuerdo o tu idea: te toqué a ti. Mientras pasaba mis manos por tus ojos y tu boca, pude verte de nuevo. Me miraste y fuimos uno por fin.

miércoles, 9 de febrero de 2011

sin título

Cuando abrió los ojos, no estaba donde esperaba. "¿Estuve soñando?", se preguntó. Pero sabía que no había sido un sueño.
Trató de dormir, quizás algo le diría dónde se encontraba y cómo llegar a su destino, pero no lo consiguió.
Seguiría encerrada en su metro cuadrado de realidad, tratando de huir hacia su fantasía.

martes, 1 de febrero de 2011

(des)aparecer

Ese día, apareció de todas las maneras posibles. Cuando lo vio por primera vez, no sabía bien si era definitivo, así que no lo tocó. Luego, el día fue avanzando y él fue haciéndose más real. Sus formas y sus colores eran cada vez más concretos, más tangibles. Sus ojos y su sonrisa se tornaron más expresivos y de su boca casi salen las palabras que ella siempre había querido escuchar.
Así, la acompañó durante la jornada, y ella se sintió bien. Solo cuando lo sentía necesario, le hacía comentarios sobre lo que hacía, sobre su trabajo, sobre sus planes de fin de semana. Él, desde su virtualidad, la escuchaba sin decir nada aún, pero sonriendo gigante, como solo él sabía hacerlo. Y a ella le bastaba con mirarlo y sentirse acompañada, sentirse bajo su protección.
Cuando se fue a dormir, lo hizo con la seguridad de encontrarlo ahí a la mañana siguiente. Se echó a su lado de la cama, dejando la mitad del espacio para él. Cerró los ojos y soñó con el romance del día y con el romance por venir.
Al despertar, se encontró con una cama vacía y no tuvo con quién compartir su día ni sus planes.