domingo, 17 de julio de 2011

De un final

Días después,
cuando por fin se detuvo a pensar,
lo sintió:
estaba triste,
vacía.
Había sentido lo mismo
millones de veces,
esas millones de veces
en las que había dejado ir
a millones de amores.
Y conocía bien el sentimiento
de un corazón a punto de romperse.
Abrió los ojos y se vio las manos y los pies
(ya sin él)
y pensó que era el final.
No quiso aceptarlo.